Así habría hablado yo en San Vicente y Las Granadinas, presidente Maduro…
Así habría hablado yo en San Vicente y Las Granadinas, presidente Maduro…
José Sant Roz
Hermanos,
ex esclavos todos del Caribe, hijos abusados de los negreros de
Inglaterra de todos los tiempos, con sus rostros marcados por el fuego y
el látigo de sus eternos amos, las llagas del alma en sus ojos, aún con
sus tobillos y muñecas enflaquecidos por las cadenas del yugo
explotador. Hermanos, tataranietos todos de aquellos que fueron
arrancados de África y traídos aquí en galeras, encadenados, desnudos,
enfermos, tullidos, humillados y escupidos por los colonos ingleses y
españoles. Hermanos de aquellos tatarabuelos que fueron traídos a la
fuerza, desencajados de nuestros pueblos, de nuestras familias, de
nuestros amores, cantos, bailes, saberes, cultivos y animales. Tú,
Irfaan Alí, eres uno de esos tataranietos domesticados que hoy se
encuentran aquí, pugnando por defender a tus verdugos. Tú desciendes de
aquellos hermanos de sangre, ultrajados, que pero que estas asumiendo el
papel de los colonos para que nos enfrentemos como si fuésemos todavía
viles instrumentos de sus negocios criminales, de sus viles factorías,
para que nos odiemos y matemos otra vez en nombres de sus planes y
proyectos. Tú y yo, mutilados por las mismas cadenas del pasado, Irfaan
Ali, y que aún pretendas tú, venir a colocarte bajo sus órdenes y
banderas para desafiar y atacar a éste, tu atávico hermano de sangre y
de esclavitud. Tú, Irfaan Alí, estás aquí haciendo el papel de un colono
británico. Peor, vienes aquí y finges no serlo cumpliendo todas las
órdenes de aquellos viejos asesinos, y además te alteras y argumentas
como ellos mostrando un territorio demarcado a machaca martillo por
quienes te tienen aún encadenado. Y ustedes, todos aquí presentes,
negros ex esclavos, que hasta hace poco le hacían loas a la reina de los
grandes piratas ingleses y que vivían y aún se regodean de haber estado
bajo la égida de la Commonwhelth. Tú, negro, presidente de la Comunidad
del Caribe, Coricom, que nos ha atacado cuando tu pueblo hasta el aire
que respira nos lo debe, ministro de Dominica, Roosevelt Skerri. Ustedes
todos ex esclavos y mayordomos de los ingleses, mandamases de Santa
Lucía, Granada y Bahamas. Tú, negro Keith Rowley, primer sometido de los
piratas ingleses de Trinidad y Tobago. Ex esclavos, y mil veces ex
esclavos de los piratas británicos todos ustedes, desgarros de esa
pérfida Albión que aún no esquilma y nos roba, y nos divide. Tú, negra
Mía Mottley de Barbados, de familias ultrajadas y apaleadas de África.
¿Cuál es hoy el papel de todos ustedes aquí? ¿Acaso condenarnos a los
venezolanos aun cuando todos seamos tataranietos de aquellos a quienes
los ingleses ahogaron en sangre? ¿Tú, Irfaan Alí, podrás creer que eres
igual a quien colonizó tu tierra? ¿Tú puedes creer que podrías tener la
misma condición del hombre que dirige la EXXON MOBIL en tu tierra?
Señores, la violencia colonial logró deshumanizar estas tierras, logró
en gran parte que muchos de nosotros amásemos a nuestros verdugos. Es lo
malo con la servidumbre –decía Sartre-: “cuando se domestica a un
miembro de nuestra especie, se disminuye su rendimiento y, por poco que
se le dé, un hombre de corral acaba por costar más de lo que rinde”. Nos
domesticaron, y no digan que no Roosevelt Skerri, Keith Rowley, Mía
Mottley y sobre todo tú Irfaan Ali. Esos pobladores de estas islas del
Caribe que fueron domesticados a la fuerza, como enfatiza Sartre
acabaron por no saber si realmente eran hombres o bestias. Golpeados y
humillados hasta lo indecible, descoyuntados y mutilados, hambrientos y
temerosos de todo, aún lo siguen siendo tantos como todos ustedes hoy:
Roosevelt Skerri, Keith Rowley, Mía Mottley y principalmente tú Irfaan
Ali. Ustedes, reconózcanlo, son de los que poco a poco fueron perdiendo
el carácter y la voluntad de ser libres, hasta el punto de que a
sabiendas de que Irfaan Ali está llamando a que lo ayude el Comando Sur
para montar una base de Estados Unidos en el Esequibo, ustedes llegan y
se ponen del lado de esas aspiraciones de sus viejos colonos. Por eso
ahora me voy convenciendo de que ustedes son falsos negros, negros que
pugnan para ser como los blancos colonos, los que los ultrajaron. Los
habitantes de estas islas saben que ustedes son negros que se desviven
por ser blancos, por ser sucesores de los que ultrajaron y asesinaron a
sus tatarabuelos. Voy a afirmarme en lo que sostuvo Sartre que al cabo
de tres o cuatros generaciones, sus “perniciosos instintos” ya no
resurgirán. ¿Qué instintos? Los que impulsan al esclavo a matar al amo.
Entonces ahora ustedes están reconociendo que en nombre de los que los
torturaron ahora cometen horrible crueldad contra sus pueblos. Ustedes
no podrán negar que han absorbido por todos sus poros (Sartre) el
carácter, el cinismo y la bajeza de sus amos. Aquí lo recalco, hermanos:
“Ese personaje déspota, enloquecido por su omnipotencia y por el miedo
de perder lo que se ha robado, ya no se acuerda de que ha sido un
hombre: se considera un látigo o un fusil; ha llegado a creer que la
domesticación de las «razas inferiores» se obtiene mediante el
condicionamiento de sus reflejos. No toma en cuenta la memoria humana,
los recuerdos imborrables; y, sobre todo, hay algo que quizá no ha
sabido jamás: no nos convertimos en lo que somos sino mediante la
negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros. Los
colonizadores siempre aspiraron a que una vez domesticados a fuerza de
látigos y oprobios, de hambre y humillaciones, ustedes llegarían a
perder el valor de la libertad, y eso es lo que ahora estamos viendo,
ustedes siguen amando a su reina muerta Isabel II, y ahora a su hijo
imbécil Carlos III. A ese nivel de domesticación han llegado. ¿Si aquí
se desatara una guerra contra Venezuela estarían ustedes dispuestos a
dar la vida por los actuales colonos de Estados la EXXON MOBIL y de
Inglaterra? ¿Cómo es posible que aquel sagrado odio que tuvieron
vuestros abuelos contra los esclavistas lo estén usando ahora contra sus
propios negros, todavía sometidos a los planes de Inglaterra y Estados
Unidos? Y termino con este otro texto de Sartre: “Todavía ciego,
abstracto, el odio es su único tesoro: el Amo lo provoca porque trata de
embrutecerlos, no puede llegar a quebrantarlo porque sus intereses lo
detienen a medio camino; así, los falsos indígenas son todavía humanos,
por el poder y la impotencia del – opresor que se transforman, en ellos,
en un rechazo obstinado de la condición animal. Por lo demás ya se
sabe; por supuesto, son perezosos: es sabotaje. Taimados, ladrones.
¡Claro! Sus pequeños hurtos marcan el comienzo de una resistencia
todavía desorganizada. Eso no basta: hay quienes se afirman lanzándose
con las manos desnudas contra los fusiles; son sus héroes; y otros se
hacen hombres asesinando europeos. Se les mata: bandidos y mártires, su
suplicio exalta a las masas aterrorizadas. Aterrorizadas, sí: en ese
momento, la agresión colonial se interioriza como Terror en los
colonizados. No me refiero sólo al miedo que experimentan frente a
nuestros inagotables medios de represión, sino también al que les
inspira su propio furor. Se encuentran acorralados entre nuestras armas
que les apuntan y esos tremendos impulsos, esos deseos de matar que
surgen del fondo de su corazón y que no siempre reconocen: porque no es
en principio su violencia, es la nuestra, invertida, que crece y los
desgarra; y el primer movimiento de esos oprimidos es ocultar
profundamente esa inaceptable cólera, reprobada por su moral y por la
nuestra y que no es, sin embargo, sino el último reducto de su
humanidad”.

Comentarios
Publicar un comentario